lunes, 14 de enero de 2013

Dos ángeles


Melodía de esperanza en una situación trágica


La sensibilidad y calidad artística del cine iraní es inversamente proporcional a los aspectos negativos de su fundamentalismo religioso y político. Majid Majidi es una prueba de ello, quien ha iluminado al mundo con sus obras sublimes de cine espiritual; pero no es el único director que brilla con luz propia, sino que otros han hecho lo mismo con destellos no menos intensos, como es el caso de Mamad Haghighat, quien en 2003 rodó la cinta “Dos ángeles”, una maravilla de película.

En el aspecto artístico la obra destaca por sus estupendos actores, que bien pueden asumir roles antagónicos que pasan inadvertidos para el espectador, o comunicar sus sentimientos e ideas de manera silente tan sólo con los gestos. La dirección también es excelente y la fotografía es una pieza fundamental en la narración.

La historia de “Dos ángeles” inicia con una escena de gran dramatismo: un hombre musulmán se encuentra en una mezquita llorando inconsolablemente por el mal infligido a su hijo, daño que poco a poco se irá revelando mediante flashbacks bien engarzados.

Ali es un adolescente de quince años de edad, a quien no le gusta el oficio de panadero de su padre; éste se empeña en que el muchacho lo ayude en el negocio y al no lograrlo decide darle una tunda. El chico huye al campo y ahí es cautivado por la música que emite un pastor de cabras, quien está tocando apaciblemente un instrumento llamado Ney.

Este encuentro será el parteaguas en la vida de Ali, quien decide ir a Teherán para estudiar música, pero deberá mantener en secreto su carrera porque no quiere enfrentarse a la dura disciplina de su padre, quien considera que esa afición es pecaminosa.

A partir de ahí el péndulo de este drama oscila entre la tensión de que Ali no sea descubierto por su padre, el apoyo de su madre, los obstáculos que el chico encuentra en el conservatorio, la amistad de su amigo el pastor y, en un clímax sinfónico, el enamoramiento de la hermosísima Azar, una chica que toca el Daf, una especie de pandereta.

Una historia que se convierte en un repique de campanas, el cual abruptamente queda silenciado cuando el padre desalmado logra ponerle la mano encima a su hijo, acción llevada al extremo de la cual ahora el hombre se arrepiente y pide el perdón de Alá.


La obra es un buen ejemplo de los efectos nocivos que producen el legalismo religioso, la ignorancia y el autoritarismo, encarnadas en un padre que consideraba la música profana pecaminosa, el estudio inútil y la libertad de pensamiento inexistente.

Un drama que está focalizado en una familia islámica fundamentalista de Irán, pero que sin duda refleja lo que sucede en muchas otras familias en distintos países y con otros credos, pero con patrones de conducta similares.

No obstante, el aporte de estos nuevos realizadores iraníes es que en medio de las situaciones más trágicas siempre brilla la luz de la esperanza y se escucha la melodía del amor.

DOS ÁNGELES
(Deux fereshte / Two angels)
Mamad Haghighat, 2003, Irán-Francia
Con: Siavash Lashkari, Mehran Rajabi, Golshifteh Farahani
70 mins.


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