jueves, 6 de diciembre de 2012

El nombre de la rosa


Intríngulis de un thriller medieval


Gárgolas, brujería, libros prohibidos, laberintos, pactos con el diablo, inquisición y monjes asesinados son sombras tenebrosas que se ciernen sobre una abadía benedictina del norte de Italia; en la cual, sin embargo, brilla la luz de la razón de William de Baskerville y su pupilo Adso de Melk, quienes tratarán de exorcizar el pandemónium que tiene cautivas las mentes desecadas de monjes mentecatos. Esto y más es “El nombre de la rosa”, un cuento de misterio de Jean-Jacques Annaud, según se lo contó su compinche de parrandas góticas Umberto Eco.

Leitmotiv:

“Empecé a escribir en marzo de 1978, impulsado por una idea seminal. Tenía ganas de envenenar a un monje”, dice Umberto Eco, en sus Apostillas a El nombre de la rosa. Pero en su crápula fantástica, Eco mata no a uno, sino a cinco virgíneos monjes en el breve lapso de una semana. Días aciagos en los cuales se cierne omnipresente la mirada de un monje ciego, quien se apoya en un abad hermafrodita, un bibliotecario cuasimudo y un quasimodo cuasiloco, que por orate sale con un dislate que da con todo al traste.

Deus absconditus:

–¿Maestro? ¿Cree que éste es un lugar abandonado por Dios? –pregunta Adso a Baskerville.
–¿Has conocido un lugar donde Dios se sintiera a gusto? –contesta el maduro fraile.

Diálogo cáustico y meta-teológico del autor intelectual de esta obra criminal, de un Eco, cuyo eco se sigue oyendo en las mil reproducciones de su historia, gracias a la complicidad de Jean Jacques Annaud y a una semiótica digital omnímoda, ya vislumbrada por el mismo Eco.

Sacramentum caritatis:

–¿Maestro? ¿Habéis estado alguna vez enamorado?
–¿Enamorado? Muchas veces.
–¿De veras?
–Naturalmente. De Aristóteles, Ovidio, Virgilio, Tomás de Aquino…
–No, no, quiero decir de una…
–Mmm, ¿no estarás confundiendo amor con lujuria?
–Tal vez, no lo sé.

Confesión del imberbe y pubescente Adso de Melk, quien acaba de ser desvirgado por una campesina sensual y chamagosa, la cual lo ha despertado al amor.

Debates escolásticos:

No sobre rebuscados temas que ocupaban las mentes calenturientas medievales, como cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler, sino sobre dilemas más piadosos como dilucidar si Cristo era pobre o si alguna vez rió.

–La risa es un viento diabólico que deforma las facciones y hace que los hombres parezcan monos –dice el monje anciano Jorge.
–Los monos no ríen –contesta Guillermo de Barkerville–. La risa es un atributo humano.
–Como el pecado –dice el anciano–. Cristo nunca rió.
–¿Podemos asegurarlo?
–En ningún momento de las Escrituras se dice que riera.
–Tampoco en ningún momento se dice que no lo hizo…

Santa Sophía culpable:

Pero el personaje principal de esta historia es la Sophía, la cual yace cautiva en el centro de la abadía, en los antros de la sinrazón y en los laberintos de la inopia. Santa Sophía, que no se presume inocente, sino todo lo contrario, peligrosa, heterodoxa, herética y hasta erótica, que amenaza con seguir violando la ignorancia de monjes castos de mente y castrados de corazón. Santa Sophía, acusada de obrar a través de una miríada de agentes conspicuos: códices, libros y pergaminos. Santa Sophía, que en esta historia virtual es la auténtica asesina, pero que allende los ecos de Umberto, la lente de Annaud y los fotogramas de Connery, Slater, Lonsdale y Perlman, ha sido la creadora del mundo real, según reza el capítulo octavo de los Proverbios de la Biblia, libro éste, quizá el más peligroso de todos, porque también puede matar o dar vida.

DER NAME DER ROSE
Jean-Jacques Annaud, 1986, Italia-Francia-Alemania
Con: Sean Connery, Christian Slater, Michael Lonsdale, Ron Perlman
130 mins.

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El nombre de la rosa - trailer hd


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