Melodía de esperanza en una situación trágica
La sensibilidad y calidad artística del cine iraní es
inversamente proporcional a los aspectos negativos de su fundamentalismo
religioso y político. Majid Majidi es una prueba de ello, quien ha iluminado al
mundo con sus obras sublimes de cine espiritual; pero no es el único director
que brilla con luz propia, sino que otros han hecho lo mismo con destellos no
menos intensos, como es el caso de Mamad Haghighat, quien en 2003 rodó la cinta
“Dos ángeles”, una maravilla de película.
En el aspecto artístico la obra destaca por sus estupendos
actores, que bien pueden asumir roles antagónicos que pasan inadvertidos para
el espectador, o comunicar sus sentimientos e ideas de manera silente tan sólo
con los gestos. La dirección también es excelente y la fotografía es una pieza fundamental
en la narración.
La historia de “Dos ángeles” inicia con una escena de gran dramatismo:
un hombre musulmán se encuentra en una mezquita llorando inconsolablemente por
el mal infligido a su hijo, daño que poco a poco se irá revelando mediante
flashbacks bien engarzados.
Ali es un adolescente de quince años de edad, a quien no le gusta
el oficio de panadero de su padre; éste se empeña en que el muchacho lo ayude
en el negocio y al no lograrlo decide darle una tunda. El chico huye al campo y
ahí es cautivado por la música que emite un pastor de cabras, quien está
tocando apaciblemente un instrumento llamado Ney.
Este encuentro será el parteaguas en la vida de Ali, quien
decide ir a Teherán para estudiar música, pero deberá mantener en secreto su
carrera porque no quiere enfrentarse a la dura disciplina de su padre, quien
considera que esa afición es pecaminosa.
A partir de ahí el péndulo de este drama oscila entre la
tensión de que Ali no sea descubierto por su padre, el apoyo de su madre, los
obstáculos que el chico encuentra en el conservatorio, la amistad de su amigo
el pastor y, en un clímax sinfónico, el enamoramiento de la hermosísima Azar,
una chica que toca el Daf, una especie de pandereta.
Una historia que se convierte en un repique de campanas, el
cual abruptamente queda silenciado cuando el padre desalmado logra ponerle la
mano encima a su hijo, acción llevada al extremo de la cual ahora el hombre se
arrepiente y pide el perdón de Alá.
La obra es un buen ejemplo de los efectos nocivos que
producen el legalismo religioso, la ignorancia y el autoritarismo, encarnadas
en un padre que consideraba la música profana pecaminosa, el estudio inútil y
la libertad de pensamiento inexistente.
Un drama que está focalizado en una familia islámica
fundamentalista de Irán, pero que sin duda refleja lo que sucede en muchas
otras familias en distintos países y con otros credos, pero con patrones de
conducta similares.
No obstante, el aporte de estos nuevos realizadores iraníes
es que en medio de las situaciones más trágicas siempre brilla la luz de la
esperanza y se escucha la melodía del amor.
DOS ÁNGELES
(Deux fereshte / Two angels)
Mamad Haghighat, 2003, Irán-Francia
Con: Siavash Lashkari, Mehran Rajabi, Golshifteh Farahani
70 mins.
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